30 de enero de 1998
Querido Gandhi:
Te echo mucho de menos, supongo que al igual que todo el mundo, pequeño hombre de gran fortaleza.
Hoy hace cincuenta años que te asesinaron, es mucho tiempo para reflexionar, sin embargo, aún queda una muchedumbre que no te comprendió.
Si te escribo es porque me duele vivir en este mundo, necesito tu ayuda y tu sabiduría para enfrentarme a él, con la misma serenidad y fe en el ser humano como tú mismo proclamaste hasta el día de tu muerte. En mí corazón se calienta la sangre ante la barbarie y en mí existe una lucha interior donde quiero que primé seguirte, a pesar de que en mí alrededor el mundo humano destruye la libertad y el planeta.
Gandhi, ayúdame a despedirme de las dudas, la violencia y la crueldad que a veces surcan en mí mente; para abrazar la calma que necesito para ofrecer mí paz a los violentos. Quisiera que me enseñaras a seguir tu difícil y duro camino, desde allá donde vivas ahora.
Hoy, en esta carta voy a intentar dar el adiós a los pensamientos de odio, la ira y la destrucción; para unirme a la bandera de la paz, la serenidad y la lucha sin armas. Voy a huir de mi propia cobardía escondida entre la comodidad de la democracia para enfrentarme a tu paz con corazón. Quiero ser un granito más en la arena de la playa de la armonía que hace tanto tiempo tú creaste.
Me despido con amor,
PAZ
22/12/2025
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